Emigrante Veracruzano

Espacio abierto al diálogo entre las veracruzanas y veracruzanos que viven en otro Estado de la República, en otro país o en una ciudad que no es su lugar de origen dentro del mismo Estado de Veracruz. Espacio igualmente abierto para los familiares que esperan el regreso de los que emigraron y académicos estudiosos del fenónemo de la migración entre los veracruzanos.

martes, enero 30, 2007

A través de las montañas

Siento haberme desparecido por tanto tiempo. Me hubiera gustado que los días fueran más largos y haber tenido la fuerza de voluntad para sentarme a escribir con calma, como me gusta. Me hubiera gustado escribir al tiempo que vivía, que experimentaba, que me emocionaba y vibraba; pero no lo hice, por lo menos no, sistemáticamente, porque si por ahí se han ido quedando plasmados en servilletas y hojas con manchas de café, fragmentos de mi vida en este retorno.

Empezaré por lo inmediato. Ayer en la noche llegué a Xalapa. El viernes me fui a Maltrata, Veracruz. Me la pasé de poquísima madre. Fui con Edgar para encontrarnos con Poncho. Nos recibieron en casa de sus suegros. Cenamos con una doña que hace fritangas, dos tacos de carne enchilada, un molote de picadillo y una gordita de frijol con crema y queso. Al día siguiente subimos unos cerros, cruzamos un puente y varios túneles. Seguimos la senda de una vía de tren abandonada en medio de las montañas. Después de mucho andar llegamos a un pueblo llamado Boca del Monte, cerca de las 3 de la tarde... y empezamos a subir a las 11 de la mañana. Todo el camino fue un buen viaje. Subimos y bajamos volando. Escuchando la música que llevábamos por dentro y la que reproducía el teléfono de Poncho.


Hace siete años que Poncho llegó a Maltrata, procedente de Xalapa. Llegó para hacer su servicio social. Hizo su tesis acerca de los vestigios arqueológicos hallados en la zona. Recorrió la comunidad y sus alrededores. Se integró a la vida en el valle y se enamoró de Ary, una linda maltrateña. Ahora está haciendo una maestría y sigue estudiando los restos materiales de las civilizaciones que poblaron el valle hace mucho tiempo.

En el camino de ascenso recordé que hacia ocho años, subimos otra montaña, el Cofre de Perote. Entonces subimos Edgar, Poncho, Junior (mi hermano) y Jecsan. Y ahora, estábamos solos los tres: Poncho, Edgar y yo... tres carnales unidos por la música, tres carnales que hacia mucho tiempo no se encontraban, tres carnales que hacia tiempo no compartían un viaje a través de las montañas.


lunes, enero 29, 2007

Cambiar de vida…


Hoy… cambiar de vida; ¿es cambiar de espacio geográfico? ¿Es dejar atrás lo que estoy haciendo y siendo, para hacer y ser algo nuevo? ¿Es dejar este trabajo para obtener otro?

Hoy, no es más que otro día de los que me proveo en mi vida…

Hoy, quisiera preguntarle que ha sido de ella, que es de ella, contarle que ahora yo soy lo que soy… preguntarle ¿en donde esta?, etc.

Y solo, por que yo quisiera contarle donde estoy, que hago, que mis aretes siguen colgando de mi oreja izquierda cada fin de semana… burlando las entre semanas de trabajo. Que tengo sueños, que la sueño, que la sueñan… que la aborrecen…

Hoy, tenía algún tiempo que no sucedía. Hoy es solo hoy y espero, como siempre, que mañana lo cure.


Ramón Zárate Moedano


domingo, enero 28, 2007

Y cumplí 30

Papá con todos sus hijos juntos

El 10 de enero, temprano por la mañana, desperté, me encontré con mi mamá en un pasillo de la casa, me abrazó y me felicitó. Hacía ya seis años que las felicitaciones eran por teléfono. Hacía mucho tiempo que no pasaba mi cumpleaños en Xalapa, en compañía de mi familia y de mis amigos. Abracé a mi mamá con fuerza y pronto comenzó a sonar el teléfono. Mi tia lupita desde México, mi papá desde el Puerto. Abracé a mi abuela y a mi hermano. Desayuné en casa, feliz.

Para comer nos fuimos más allá de Coatepec, a Xico. Primero una sopita Xonequi... ese delicioso caldito de frijoles negros con bolitas de masa de maíz; luego barbacoa de pollo y como bajadera, agua de horchata de arroz. Y ahí estábamos, mi hermano, mi mamá, mi abuela, mi tía Gilda y "la tía" Guille. Me gustó salir de Xalapa, cruzar los montes que llevan a Xico, devorar con la mirada el verdor de los cerros.

El martes en la noche, el día anterior al de mi cumpleaños salí en la noche, el miércoles fue más tranquilo, pero el jueves, el viernes y el sábado fueron días de fiesta nocturna. El sábado, comenzó con una comida en la casa; llegaron amigos y familia. Gente que hacía tiempo no veía, que hacía tiempo no abrazaba. Mis pedazos de corazón se reunieron a beber, a comer, a cantar, a tocar música, a escuchar, a platicar. Y ahí estaba yo en medio de todos, sirviendo tragos, sirviendo platos con comida, platicando con todos, feliz, enormemente feliz.


martes, enero 02, 2007

Fiesta jarocha en Pasadena

Me levanto y recojo el periódico que yace en el patio. El norte sigue de paso por Veracruz y Xalapa sigue fresca y nublada. En la primera plana del diario me encuentro con la nota sobre la participación de la banda de música de la Escuela Secundaria Número 5 de Xalapa.


Leo en el diario: “Con “La Bamba” veracruzana y el “Cielito lindo” mexicano, interpretadas por la Banda de Música de la Escuela Secundaria Número 5 de Xalapa, Veracruz, se dio la bienvenida al nuevo año durante el tradicional Desfile del Tazón de las Rosas.”

“Aproximadamente un millón de personas aplaudió el paso de los adolescentes y jóvenes visitantes, cuyo ritmo y melodías llegaron también por televisión a aproximadamente 500 millones de personas en todo el mundo.”

“La edición número 118, cuyo lema fue “Nuestra buena naturaleza”, acogió a 304 jóvenes veracruzanos de la escuela “Manuel R. Gutierrez”, que representaron con gran dignidad a toda Latinoamérica y a la comunidad hispana.”

Me imagino lo que supondrá este viaje para muchos de los jóvenes músicos, lo emocionante que será
ser recibidos por una amplia comunidad veracruzana en California. Me imagino que participar en un desfile de ese tamaño los marcará para toda la vida. Me imagino a sus madres y padres, bien orgullosos, viéndolos por la tele… o tal vez algunos directamente desde las calles de Pasadera.

La nota completa en:
www.oem.com.mx/diariodexalapa/notas/n118720.htm


Una limosna para este pobre viejo...


Los días previos a la Noche Buena los pasé en el Puerto, visitando a mi papá y a mis hermanos. El 22 de diciembre, organizó mi papá una comida con sus colaboradores del trabajo. Éramos como 20 personas dándole batalla a un trompo de carne al pastor. Hacía un año que no me encontraba en compañía de mi papá, que no lo abrazaba. Hacía un año que no estábamos juntos mis hermanos y yo. Los cuatro, en un mismo espacio, compartiendo una comida.

El 24 lo pasé en Xalapa. A media tarde, varios grupos de niños recorrían la calle donde está mi casa, cantando la Rama. Cerca de las 10 de la noche, poco a poco comenzaron a llegar todos a casa de mi abuela. Bebimos, platicamos, nos dimos regalos, cenamos y ya tarde, bien tarde, mi hermano y yo salimos para encontrarnos con unos amigos de él en un bar. La noche fue larga y a las 8 de la mañana del 25 estábamos en un Oxxo, comprando una cerveza, para evitar la cruda.

El año 2006 se estaba agotando. Estaba en el mercado de la Rotonda, en Xalapa, haciendo compras de última hora con Tere y Mayra. Era una mañana lluviosa, la última del año. De pronto un grupo de chavos haciendo mucha bulla se paseaban cantando y bailando por los pasillos del mercado: “Una limosna para este pobre viejo…” Uno de ellos estaba vestido como bebé, el otro como viejo y había varios de ellos vestidos de mujer. Los marchantes del mercado y los compradores los observaban divertidos… yo entre ellos. Hacía seis años que no disfrutaba de la tradición de los viejitos en Xalapa.

La noche llegó. Comimos uvas, bebimos sidra, nos abrazamos y lloré de felicidad teniendo a mi madre entre mis brazos, a mi abuela, a mi hermano, a mis tías, a mi primo. Justo después, quemamos el año viejo, representado con un muñeco relleno de cohetes. Y ahí estaba yo, contemplando la quema, con un poco de frío, feliz de estar ahí, tan cerca de mi mamá y mi hermano.


Naranjas y limas, limas y limones


Desde el 16 de diciembre no escribía nada acerca de mi experiencia como emigrante retornando. Las experiencias, sensaciones y actividades han sido tantas y tan intensas, que no he podido detenerme, respirar profundo y articular oraciones coherentes que reflejen todo lo que este viaje está suponiendo en mi vida. Ahora, a unos minutos de que se extinga el primer día de enero, aún digiriendo el recalentado de la cena de Año Nuevo, me encuentro solo en casa, tranquilo, contento, con ganas de contarles lo feliz que soy… escuchando un disco de Fobia que hacía años no escuchaba.

Llegué ya hace dos semanas al DF, allá en una fiesta me presentaron con un chavo que además de llamarse como yo, era originario del Puerto de Veracruz... pero lleva ya varios años viviendo en la Ciudad de México. A pocos días de que las posadas empezaran, de pronto Rodrigo y yo, comenzamos a platicar acerca de la costumbre de cantar la Rama, y entonamos unas estrofas: “Naranjas y limas, limas y limones, más linda es la virgen, que todas las flores”.

Yo recordé que cuando estaba en la prepa, participé tocando la guitarra y cantando, en un concurso interescolar de Ramas. Compré uniforme en el mercado Jáuregui, un traje de manta y un paliacate rojo. Ensayamos mucho y llegó a sonar muy padre. Éramos varias guitarras, un tololoche, uno o varios panderos y un montón de voces. Nos presentamos en el foro de Los Lagos, en Xalapa. Ya no recuerdo en que lugar quedó mi escuela, pero yo me la pasé muy bien siendo parte del coro, tocando la guitarra, compartiendo con mis compañeros y algunas amigas el ambiente navideño de Xalapa, entonando: “En un portalito de cal y de arena, nació Jesucristo por la noche buena. A la media noche un gallo cantó y en su canto dijo, ya Cristo nació

Recordé también aquellas navidades en el norte de Suecia, sin Rama, sin ponche, sin caña ni tejocotes. Recordé esas navidades del norte del mundo, tan lindas y blancas, al calor de la chimenea. Navidades de corazón dividido.