¿Por qué me fuí de México?
"La nostalgia a menudo te hace idealizar la tierra de donde vienes,
porque si todo fuera un eden, jamas te habrías ido."
Mensaje de Joop, lugarcis.
Yo fui a la Universidad y me titulé. Al día siguiente de que terminé, comencé a trabajar. Ganaba bastante bien, pensando que tenía veintitrés años, que todavía me mantenía mi mamá y que yo no tenía obligaciones económicas con nadie. Todo el dinero era para mi, además, estaba trabajando con algo que me gustaba. Uno puede preguntarse entonces, si todo estaba tan bien, por qué dejar todo e irse al extranjero.
Desde que iba en la preparatoria, comezó a crecer en mí la inquietud por viajar a Europa, conoecer otros países, otras formas de vivir y de entender el mundo. Y esa inquietud no desapareció al dejar la prepa y terminar la Universidad, al contrario, creció y aún más cuando comncé a trabajar. Mi horario era de Lunes a Viernes, de 9 de la mañana a 3 de la tarde y luego de 6 de la tarde a 9 de la noche. Trabajaba nueve horas diarias, aunque en la práctica el trabajo me ocupaba todo el día, pues en las tres horas que quedaban en medio poco se podía hacer a parte de comer y descansar un rato. Además, mi trabajo era por tiempo indefinido pero me hacían un nuevo contrato cada determinado tiempo, para que no acumulara antigûedad como trabajador. Así es que yo no tenía Seguro Social, ni ninguna prestación, sólamente mi cheque mensual, y si a mis jefes se les ocurría un trabajo urgente en sábado, tenía que ir a trabajar el sábado, por supuesto, sin que me pagaran horas extras. Y no trabajaba para una empresa privada, trabajaba para la Universidad Veracruzana.
Lo que me gustaba del trabajo, a parte de mis compañeros, era que nadie me discriminaban por mi aspecto físico, ni me pedían que lo cambiara; podía ir a trabajar con mi arete en la oreja izquierda y el cabello largo. Sin embargo, no me gustaba no tener tiempo libre, vivir en el trabajo y no poder hacer nada más, y aunque era tan joven, no me gustaba no tener seguro social, no tener ninguna protección, no generar auntigüedad pensando en una posible indemnización si me despedían. No me gustaba el no tener mayor derecho que el de recibir mi cheque mensual.
Las condiciones laborales que yo vivía, aunque fueran mucho mejores que las de mucha gente, me llevaron a desear aún más, el conocer cómo era la vida en otros países. Además, de que me dí cuenta de que en México, mientras más títulos universitarios se tengan, mejores oportunidades se le presentan a uno; y si son títulos de Universidades extranjeras, aún mejor. Así es que junté dinero un año, vendí el coche que me había heredado mi abuelo y me fui a estudiar a Madrid.
Allá el dinero se me acabó pronto y trabajé haciendo hamburguesas, limpiando cuartos en un hotel, limpiando platos y sirviendo mesas en un restaurante; al mismo tiempo que estudiaba. Siendo estudiante, legalmente yo no podía trabajar, así es que mi vida laboral no era de lo mejor, aunque no me quejo. Ganaba el dinero con el que pagaba mi estancia para estudiar, pero tenía que trabajar a veces hasta 13 horas diarias.
De viaje por Irlanda conocí a Anna y me enamoré. Ella es sueca, así es que cuando acabé mis estudios en Madrid, nos fuimos a Suecia y allá pasé tres años. Aún cuando ya hablaba sueco, me costó mucho trabajo encontrar chamba. Pero el gobierno me daba clases de sueco y una lanita mensual como ayuda. Una gran diferencia con España y México. Aunque nunca conseguí un trabajo fijo de tiempo completo, tuve la oportunidad de disfrutar de una vida laboral muy agradable. Trabajaba dando clases de español y una temporada trabajé en el correo. Las condiciones laborales eran excelentes: tiempos de trabajo razonables, ocho horas máximo, pagaban horas extras, trato amable de parte de los jefes, buen sueldo. Un sueño pues.
Lo que siempre he extrañado mucho han sido ciertas personas, ciertos paisajes, ciertas costumbres, la vida de ciertas calles. Pero nunca he extrañado las condiciones laborales que viví en Xalapa. Me he sentido afortunado de no tener que vivir en carne propia las historias que mis amigos y mi hermano me cuentan de vez en cuando en sus mails. Jefes despotas, trabajar de lunes a sábado, jornadas de más de nueve horas sin cobrar horas extras y demás abusos, sueldos bajos, trabajos temporales sin derecho a generar antigüedad, sin prestaciones, nepotismo, grillas sindicales. Definitivamente eso no lo extraño en lo más mínimo, como tampoco extraño la desesperanza que esas condiciones generan en quien las sufre.
No amo mi Patria. Su fulgor abstracto es inasible.
Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos,
cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias figuras de su historia, montañas (y tres o cuatro ríos).
José Emilio Pacheco
A pesar de todo lo malo, para mí pesa más lo bueno y quiero regresar a continuar mi vida en Xalapa o en los alrededores. Ya hace más de cinco años que me fui y he aprendido mucho. Me he dado cuenta de que otras formas de vivir son posibles; que todo lo que parece que no puede ser de otra forma, en realidad si puede ser diferente y eso me llena de esperanza y de energía. Eso me motiva aún más a volver para quedarme y soy consciente de que yo puedo darme el lujo de volver, que hay muchos otros, en Estados Unidos por ejemplo, que no lo tienen tan fácil, porque si vuelven se las verán muy duras económicamente. Yo por lo menos, podré llegar a utilizar mis títulos universitarios para obtener un trabajo, aunque sea con un salario bajo y malas condiciones laborales, pero un trabajo al fin. Podré llegar a refugiarme a casa de mi mamá sin que me cobre nada por ello; además no tengo hijos, no tengo grandes compromisos económicos. En realidad se que lo tengo todo muy fácil.
Por eso, cuando le platico a un amigo o un familiar que me quiero regresar a vivir a México, y ellos me dicen que la cosa está muy difícil allá, que no hay trabajo y el que hay está muy mal pagado, que para qué me regreso; yo los escucho con atención y hasta llego a pensar que tienen razón en que el trabajo que hay está muy mal pagado, en que todo podría ser mejor, pero no se me quitan las ganas de volver. En la primavera de 2004 tuve la oportunidad de estar quince días en Etiopía, en África y allá si está todo terrible de modo general. Allá el noventa por ciento de la población vive en condiciones de extrema pobreza y hay un alto índice de desnutrición. Allá la desesperanza cae implacable, especialemente sobre los jóvenes; que a través de la televisión, ven que en otras partes del mundo existe tanta riqueza.
Rodrigo Zárate Moedano
Villanueva de Alcardete, Toledo, España.
porque si todo fuera un eden, jamas te habrías ido."
Mensaje de Joop, lugarcis.
Yo fui a la Universidad y me titulé. Al día siguiente de que terminé, comencé a trabajar. Ganaba bastante bien, pensando que tenía veintitrés años, que todavía me mantenía mi mamá y que yo no tenía obligaciones económicas con nadie. Todo el dinero era para mi, además, estaba trabajando con algo que me gustaba. Uno puede preguntarse entonces, si todo estaba tan bien, por qué dejar todo e irse al extranjero.
Desde que iba en la preparatoria, comezó a crecer en mí la inquietud por viajar a Europa, conoecer otros países, otras formas de vivir y de entender el mundo. Y esa inquietud no desapareció al dejar la prepa y terminar la Universidad, al contrario, creció y aún más cuando comncé a trabajar. Mi horario era de Lunes a Viernes, de 9 de la mañana a 3 de la tarde y luego de 6 de la tarde a 9 de la noche. Trabajaba nueve horas diarias, aunque en la práctica el trabajo me ocupaba todo el día, pues en las tres horas que quedaban en medio poco se podía hacer a parte de comer y descansar un rato. Además, mi trabajo era por tiempo indefinido pero me hacían un nuevo contrato cada determinado tiempo, para que no acumulara antigûedad como trabajador. Así es que yo no tenía Seguro Social, ni ninguna prestación, sólamente mi cheque mensual, y si a mis jefes se les ocurría un trabajo urgente en sábado, tenía que ir a trabajar el sábado, por supuesto, sin que me pagaran horas extras. Y no trabajaba para una empresa privada, trabajaba para la Universidad Veracruzana.
Lo que me gustaba del trabajo, a parte de mis compañeros, era que nadie me discriminaban por mi aspecto físico, ni me pedían que lo cambiara; podía ir a trabajar con mi arete en la oreja izquierda y el cabello largo. Sin embargo, no me gustaba no tener tiempo libre, vivir en el trabajo y no poder hacer nada más, y aunque era tan joven, no me gustaba no tener seguro social, no tener ninguna protección, no generar auntigüedad pensando en una posible indemnización si me despedían. No me gustaba el no tener mayor derecho que el de recibir mi cheque mensual.
Las condiciones laborales que yo vivía, aunque fueran mucho mejores que las de mucha gente, me llevaron a desear aún más, el conocer cómo era la vida en otros países. Además, de que me dí cuenta de que en México, mientras más títulos universitarios se tengan, mejores oportunidades se le presentan a uno; y si son títulos de Universidades extranjeras, aún mejor. Así es que junté dinero un año, vendí el coche que me había heredado mi abuelo y me fui a estudiar a Madrid.
Allá el dinero se me acabó pronto y trabajé haciendo hamburguesas, limpiando cuartos en un hotel, limpiando platos y sirviendo mesas en un restaurante; al mismo tiempo que estudiaba. Siendo estudiante, legalmente yo no podía trabajar, así es que mi vida laboral no era de lo mejor, aunque no me quejo. Ganaba el dinero con el que pagaba mi estancia para estudiar, pero tenía que trabajar a veces hasta 13 horas diarias.
De viaje por Irlanda conocí a Anna y me enamoré. Ella es sueca, así es que cuando acabé mis estudios en Madrid, nos fuimos a Suecia y allá pasé tres años. Aún cuando ya hablaba sueco, me costó mucho trabajo encontrar chamba. Pero el gobierno me daba clases de sueco y una lanita mensual como ayuda. Una gran diferencia con España y México. Aunque nunca conseguí un trabajo fijo de tiempo completo, tuve la oportunidad de disfrutar de una vida laboral muy agradable. Trabajaba dando clases de español y una temporada trabajé en el correo. Las condiciones laborales eran excelentes: tiempos de trabajo razonables, ocho horas máximo, pagaban horas extras, trato amable de parte de los jefes, buen sueldo. Un sueño pues.
Lo que siempre he extrañado mucho han sido ciertas personas, ciertos paisajes, ciertas costumbres, la vida de ciertas calles. Pero nunca he extrañado las condiciones laborales que viví en Xalapa. Me he sentido afortunado de no tener que vivir en carne propia las historias que mis amigos y mi hermano me cuentan de vez en cuando en sus mails. Jefes despotas, trabajar de lunes a sábado, jornadas de más de nueve horas sin cobrar horas extras y demás abusos, sueldos bajos, trabajos temporales sin derecho a generar antigüedad, sin prestaciones, nepotismo, grillas sindicales. Definitivamente eso no lo extraño en lo más mínimo, como tampoco extraño la desesperanza que esas condiciones generan en quien las sufre.
No amo mi Patria. Su fulgor abstracto es inasible.
Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos,
cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias figuras de su historia, montañas (y tres o cuatro ríos).
José Emilio Pacheco
A pesar de todo lo malo, para mí pesa más lo bueno y quiero regresar a continuar mi vida en Xalapa o en los alrededores. Ya hace más de cinco años que me fui y he aprendido mucho. Me he dado cuenta de que otras formas de vivir son posibles; que todo lo que parece que no puede ser de otra forma, en realidad si puede ser diferente y eso me llena de esperanza y de energía. Eso me motiva aún más a volver para quedarme y soy consciente de que yo puedo darme el lujo de volver, que hay muchos otros, en Estados Unidos por ejemplo, que no lo tienen tan fácil, porque si vuelven se las verán muy duras económicamente. Yo por lo menos, podré llegar a utilizar mis títulos universitarios para obtener un trabajo, aunque sea con un salario bajo y malas condiciones laborales, pero un trabajo al fin. Podré llegar a refugiarme a casa de mi mamá sin que me cobre nada por ello; además no tengo hijos, no tengo grandes compromisos económicos. En realidad se que lo tengo todo muy fácil.
Por eso, cuando le platico a un amigo o un familiar que me quiero regresar a vivir a México, y ellos me dicen que la cosa está muy difícil allá, que no hay trabajo y el que hay está muy mal pagado, que para qué me regreso; yo los escucho con atención y hasta llego a pensar que tienen razón en que el trabajo que hay está muy mal pagado, en que todo podría ser mejor, pero no se me quitan las ganas de volver. En la primavera de 2004 tuve la oportunidad de estar quince días en Etiopía, en África y allá si está todo terrible de modo general. Allá el noventa por ciento de la población vive en condiciones de extrema pobreza y hay un alto índice de desnutrición. Allá la desesperanza cae implacable, especialemente sobre los jóvenes; que a través de la televisión, ven que en otras partes del mundo existe tanta riqueza.
Rodrigo Zárate Moedano
Villanueva de Alcardete, Toledo, España.
1 Comments:
Hola, Emigrante Veracruzano.
Tu escribiendo estas cosas desde hace ya tiempo y yo sin saberlo...
Y sí...
... tu quieres regresar y yo quiero irme.
Y mira que la tengo fácil; paso el día -y buena parte de la noche- en mi oficina y pienso que sin eso me volvería loco.
Vivo con mi madre, todavía.
Como de su mesa, todavía.
Vivo en el desempleo intermintente.
Tengo bajo el brazo una película que por ser "demasiado artística" no tiene, aquí, posibilidades de comercialización.
Tiene también pocas posiblidades en cualquier otro lado porque no me alcanza el dinero para terminar los procesos de postrproducción y ya ha sido rechazada en varios lugares.
Y con todo, hacerla ha sido un lujo.
Más aún, ha sido una bendición.
Será que leo demasiado Chéjov y eso me hace sentir viejo, aún cuando me faltan tres años para los treinta. pero... me da miedo irme.
Me da miedo irme como a Eisenstein, tras haber hecho a mi edad la película más importante de la historia, le daban miedo las mujeres.
Como me dan miedo las mujeres.
Y sí, tu quieres regresar y yo, mi buen amigo, quiero irme.
Irme a buscar un lujo; a buscar una bendición.
A buscar el cine.
Un abrazo, Rod.
Alejandro.
P.D.
Te dejo mi flickr, tengo ahí algunos fotogramas de la película, junto con otros trabajos.
http://www.flickr.com/photos/avoorduin/
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