Emigrante Veracruzano

Espacio abierto al diálogo entre las veracruzanas y veracruzanos que viven en otro Estado de la República, en otro país o en una ciudad que no es su lugar de origen dentro del mismo Estado de Veracruz. Espacio igualmente abierto para los familiares que esperan el regreso de los que emigraron y académicos estudiosos del fenónemo de la migración entre los veracruzanos.

viernes, octubre 06, 2006

Vuelvo al verano de 2001

Llegamos a Dublín y me dejó en una estación de autobuses para que tomara por 3 libras con cincuenta el autobús de dos pisos hasta el aeropuerto. Mientras esperaba el autobús me comí una de las tortas con queso amarillo y jamón que había preparado para el viaje. De postre me comí un chocolate que me había regalado para el viaje Ana la catalana. Abordé el autobús y viajé en el piso de arriba para ver un poco más de Dublín. Finalmente, a las seis y media de la tarde de ese domingo llegué al aeropuerto; pero mi vuelo no saldría sino hasta las seis cuarenta de la mañana del lunes.

Encontré un asiento libre, acomodé mi mochila en el suelo y me puse a leer. Cuando me cansé de leer, observé a la gente pasar. Y cuando me cansé de observar a la gente ya tenía sueño. El resto de la noche me la pasé tratando de dormir, al tiempo que cuidaba mi mochila. Dejé el asiento y me acosté en el suelo junto a otros viajeros. No pasé muy buena noche, pero desperté, desayuné la torta que me quedaba y gasté mi última libra en un refresco frío. Por fin a las 6 con 20, comencé mi viaje a Madrid.

Esa noche llamé a Suecia. Hablé con Anna y quedamos en que le volvería a llamar tan pronto comprara mi boleto a Estocolmo. En medio de la conversación me dijo que extrañaba mi compañía. Y me dio gusto pues yo también extrañaba estar con ella, despertarme y sentirla junto a mi, acariciar sus hombros, sentir su primera mirada del día clavarse en mis ojos. Extrañaba caminar con ella de la mano, descubrirla, conocerla, conocerme con ella, probar juntos nuevos trucos amorosos.

Afortunadamente no estuve mucho tiempo en Madrid, conseguí un vuelo barato y dos días después de mi llegada volví a partir. Crucé Europa y llegué a Estocolmo donde Anna me esperaba. Fue mágico saborear ese instante de plenitud ganado con osadía, ser conciente de estar viviendo un sueño loco; pues nos habíamos conocido a penas mes y medio atrás y nos habíamos besado antes de preguntarnos nuestros nombres. Fue muy lindo abrazarnos con la satisfacción de estar cumpliendo nuestro capricho: encontrarnos de nuevo.


1 Comments:

At 10:00 a.m., Anonymous Anónimo said...

Te leo y creo que veo una historia de cine, bueno eso parece, que cualidad al escribir y compartir. ¡¡¡¡¡ Muchas gracias!!!!! Me encanta leerte. Yunnuen Olivares.

 

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