Dempsey's Hostel
En Dempsey’s había varias personas llevaban hospedadas ahí más de seis meses. Otros, eran como yo, pretendían quedarse un par de meses en el verano; algunos otros sólo se quedaban una o dos noches y luego seguían su viaje hacia otros pueblos. Al registrarme y también sin que yo se lo preguntara, Keith, el encargado del albergue, me dijo que no recordaba haber recibido nunca a un mexicano, pero me hizo saber que en esos momentos entre todos sus huéspedes había tres españoles y dos brasileños.
Muy pronto conocí a los españoles, Marcé y Ana, de Cataluña y Miguel, de Madrid; y también a los brasileños. Al día siguiente que llegué me fui al centro del pueblo y me puse a recorrer las calles buscando trabajo. Las calles del centro estaban repletas de tiendas, bares y restaurantes y la temporada de vacaciones de verano a penas estaba comenzando; así es que muchos locales tenían carteles ofreciendo trabajo.
Al tercer día de haber llegado comencé a trabajar en O’Farrels’ Bed and Breakfast; una posada pequeñita en el centro del pueblo. Ahí en O´farrels trabajaba tres horas por la mañana, limpiando las habitaciones; y uno o dos días después conseguí un segundo trabajo, ese era por las tardes, así que no tuve problema en conservar el de la posada. Trabajando en O´farrels ganaba cinco libras por hora. Eso representaban quince libras seguras al día, y la noche de hospedaje en Dempsey’s sólo me costaba siete libras, así es que con el resto compraba comida y me tomaba algunas cervezas con otros inquilinos del albergue.
Tenía mis necesidades básicas cubiertas con el sueldo de la posada, así que comencé a ahorrar lo que ganaba en el trabajo por las tardes. Trabajaba en Dino’s Tradicional Hot Food, hacía hamburguesas, por eso me pagaban cuatro libras y media la hora y trabajaba jornadas de seis o siete horas, tres o cuatro veces por semana.
Para mí, el del 2001 se perfilaba para ser un verano a recordar: había llegado a Irlanda con muy poco dinero en la bolsa, había encontrado trabajo y me dejaba lo suficiente para pagar mi estancia y además ahorrar. Por no mencionar que me la estaba pasando muy bien conociendo otros mundos a través de la gente. Como dice la canción de Pixies: “Era una vida buena allá, bien rica, bien chévere”
Muy pronto conocí a los españoles, Marcé y Ana, de Cataluña y Miguel, de Madrid; y también a los brasileños. Al día siguiente que llegué me fui al centro del pueblo y me puse a recorrer las calles buscando trabajo. Las calles del centro estaban repletas de tiendas, bares y restaurantes y la temporada de vacaciones de verano a penas estaba comenzando; así es que muchos locales tenían carteles ofreciendo trabajo.
Al tercer día de haber llegado comencé a trabajar en O’Farrels’ Bed and Breakfast; una posada pequeñita en el centro del pueblo. Ahí en O´farrels trabajaba tres horas por la mañana, limpiando las habitaciones; y uno o dos días después conseguí un segundo trabajo, ese era por las tardes, así que no tuve problema en conservar el de la posada. Trabajando en O´farrels ganaba cinco libras por hora. Eso representaban quince libras seguras al día, y la noche de hospedaje en Dempsey’s sólo me costaba siete libras, así es que con el resto compraba comida y me tomaba algunas cervezas con otros inquilinos del albergue.
Tenía mis necesidades básicas cubiertas con el sueldo de la posada, así que comencé a ahorrar lo que ganaba en el trabajo por las tardes. Trabajaba en Dino’s Tradicional Hot Food, hacía hamburguesas, por eso me pagaban cuatro libras y media la hora y trabajaba jornadas de seis o siete horas, tres o cuatro veces por semana.
Para mí, el del 2001 se perfilaba para ser un verano a recordar: había llegado a Irlanda con muy poco dinero en la bolsa, había encontrado trabajo y me dejaba lo suficiente para pagar mi estancia y además ahorrar. Por no mencionar que me la estaba pasando muy bien conociendo otros mundos a través de la gente. Como dice la canción de Pixies: “Era una vida buena allá, bien rica, bien chévere”
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