Emigrante Veracruzano

Espacio abierto al diálogo entre las veracruzanas y veracruzanos que viven en otro Estado de la República, en otro país o en una ciudad que no es su lugar de origen dentro del mismo Estado de Veracruz. Espacio igualmente abierto para los familiares que esperan el regreso de los que emigraron y académicos estudiosos del fenónemo de la migración entre los veracruzanos.

martes, agosto 15, 2006

On the road

Como mis planes de viajar de Dublín a Cork pidiendo aventón se vieron frustrados cuando llegué a Irlanda; me prometí que sin excusa, el viaje de regreso lo haría sin pagar un centavo. Era el 12 de agosto de 2001 y había pasado un verano fenomenal. La noche anterior me despedí de los amigos que había hecho viviendo en el albergue Dempsey’s y también le dije hasta luego a mi nueva novia: Anna, la sueca que conocí en el White Lady. Había quedado con Anna de que llegaría a Madrid y compraría un vuelo a Estocolmo, donde ella me esperaría para luego irnos a pasar un par de semanas en Östersund, la ciudad donde creció.

Por la mañana fui al supermercado del pueblo, Super Valu, Shopping as it should be. Compré pan, jamón, queso y una botella de agua. Un poco triste, en la cocina del albergue preparé unas tortas. También con una caja de cereal hice unos carteles. Uno decía Cork y otro decía Dublín. Metí en mi mochila las tortas, firmé el libro de visitas de Dempsey’s y salí a la carretera que pasaba justo frente al albergue. Realmente me costó trabajo irme porque no quería dejar atrás el maravilloso mes y medio que viví en Kinsale, no quería dejar atrás a la gente que había conocido.

Con mi cartel que decía Cork, comencé a hacerles la parada a los coches a las dos de la tarde. Diez minutos después se paró un carro con el volante en el lado izquierdo, cosa rara en Irlanda, donde los autos suelen tener el volante en el lado derecho como en Inglaterra y Australia. Recogí mi mochila del suelo y la metí en el coche. Miré hacia la puerta de Dempsey’s, como buscando alguna razón para no irme, pero no había nadie afuera y entré en el coche. El conductor era un tipo alemán de pocas palabras. Muy rápido y en silencio manejó los treinta kilómetros que separan Kinsale de Cork. Casi no hablamos, en lugar de eso escuchamos a The Cure cantando Friday I’m in Love, y luego de un rato me dejó en el cruce de caminos para tomar la carretera N8 que lleva de Cork a Dublín.


1 Comments:

At 12:17 p.m., Blogger Alma said...

ay que bonito eso de pedir "rait".- Una persona que se jacte de hacerlo, no puede presumir de ser un viajero.
Saludos

 

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