Emigrante Veracruzano

Espacio abierto al diálogo entre las veracruzanas y veracruzanos que viven en otro Estado de la República, en otro país o en una ciudad que no es su lugar de origen dentro del mismo Estado de Veracruz. Espacio igualmente abierto para los familiares que esperan el regreso de los que emigraron y académicos estudiosos del fenónemo de la migración entre los veracruzanos.

jueves, agosto 10, 2006

Viviendo en un viejo sueño

Pero claro que no todo era trabajo, una buena parte del día la tenía libre y entonces, si coincidían mis descansos con los de Anna, quedábamos de vernos. Dejábamos el pueblo caminando a lado del río Bandon, cruzábamos el puente y luego nos perdíamos platicando en los prados verdes de Kinsale. Muchas veces nos quedamos también en su habitación, haciendo malabares en su cama individual, aprovechando que sus compañeras de departamento estaban trabajando, que estábamos solos.

Cuando yo estaba libre y Anna trabajaba, entonces me quedaba en Dempsey’s. La mayoría de los inquilinos éramos jóvenes entre 18 y 30 años, y la mayoría tenía una onda muy relajada, quizás por eso, el ambiente era similar al de una comuna hippie de película. De toda la gente que vivía ahí me identifiqué mayormente con los españoles Ana, Marcé y Miguel, pero también con Keith, el encargado, un joven antropólogo gringo que se estaba tomando un año sabático. Con Keith me juntaba a fumar, platicar y a tocar la guitarra, el apenas estaba aprendiendo y yo pude enseñarle una escala de Blues que el no conocía.

Muchos de mis compañeros franceses de Dino’s también vivían en Dempsey’s, así que en nuestro tiempo libre hacíamos bromas sobre las agrias meseras irlandesas, mientras jugábamos ping-pong o descansábamos tirados en el jardín del albergue. Muchas veces salíamos por la noche, nos tomábamos unas cervezas, escuchábamos alguna banda de folk irlandés. Yo estaba encantado trabajando, ejercitando mi inglés, divirtiéndome, conociendo gente y bebiendo cerveza Guinness, la auténtica crema de las cervezas.

Estaba muy contento con lo que estaba haciendo: rolar, conocer otras partes del mundo, comunicarme en otros idiomas. Satisfecho, recordaba los preparativos de mi viaje años atrás; cuando estando en la prepa, fui al D.F., sólo para comprarme una mochila en una tienda de alpinismo del centro. Recordaba las ganas que me daban de viajar cuando veía algún extranjero en el centro de Xalapa. Y me sentía muy feliz de finalmente haberlo hecho. Ahora yo era el extranjero, un mexicano en un pueblo del sur de Irlanda. Me sentía como viviendo en un viejo sueño.