Una limosna para este pobre viejo...
Los días previos a la Noche Buena los pasé en el Puerto, visitando a mi papá y a mis hermanos. El 22 de diciembre, organizó mi papá una comida con sus colaboradores del trabajo. Éramos como 20 personas dándole batalla a un trompo de carne al pastor. Hacía un año que no me encontraba en compañía de mi papá, que no lo abrazaba. Hacía un año que no estábamos juntos mis hermanos y yo. Los cuatro, en un mismo espacio, compartiendo una comida.
El 24 lo pasé en Xalapa. A media tarde, varios grupos de niños recorrían la calle donde está mi casa, cantando la Rama. Cerca de las 10 de la noche, poco a poco comenzaron a llegar todos a casa de mi abuela. Bebimos, platicamos, nos dimos regalos, cenamos y ya tarde, bien tarde, mi hermano y yo salimos para encontrarnos con unos amigos de él en un bar. La noche fue larga y a las 8 de la mañana del 25 estábamos en un Oxxo, comprando una cerveza, para evitar la cruda.
El año 2006 se estaba agotando. Estaba en el mercado de la Rotonda, en Xalapa, haciendo compras de última hora con Tere y Mayra. Era una mañana lluviosa, la última del año. De pronto un grupo de chavos haciendo mucha bulla se paseaban cantando y bailando por los pasillos del mercado: “Una limosna para este pobre viejo…” Uno de ellos estaba vestido como bebé, el otro como viejo y había varios de ellos vestidos de mujer. Los marchantes del mercado y los compradores los observaban divertidos… yo entre ellos. Hacía seis años que no disfrutaba de la tradición de los viejitos en Xalapa.
La noche llegó. Comimos uvas, bebimos sidra, nos abrazamos y lloré de felicidad teniendo a mi madre entre mis brazos, a mi abuela, a mi hermano, a mis tías, a mi primo. Justo después, quemamos el año viejo, representado con un muñeco relleno de cohetes. Y ahí estaba yo, contemplando la quema, con un poco de frío, feliz de estar ahí, tan cerca de mi mamá y mi hermano.
El 24 lo pasé en Xalapa. A media tarde, varios grupos de niños recorrían la calle donde está mi casa, cantando la Rama. Cerca de las 10 de la noche, poco a poco comenzaron a llegar todos a casa de mi abuela. Bebimos, platicamos, nos dimos regalos, cenamos y ya tarde, bien tarde, mi hermano y yo salimos para encontrarnos con unos amigos de él en un bar. La noche fue larga y a las 8 de la mañana del 25 estábamos en un Oxxo, comprando una cerveza, para evitar la cruda.
El año 2006 se estaba agotando. Estaba en el mercado de la Rotonda, en Xalapa, haciendo compras de última hora con Tere y Mayra. Era una mañana lluviosa, la última del año. De pronto un grupo de chavos haciendo mucha bulla se paseaban cantando y bailando por los pasillos del mercado: “Una limosna para este pobre viejo…” Uno de ellos estaba vestido como bebé, el otro como viejo y había varios de ellos vestidos de mujer. Los marchantes del mercado y los compradores los observaban divertidos… yo entre ellos. Hacía seis años que no disfrutaba de la tradición de los viejitos en Xalapa.
La noche llegó. Comimos uvas, bebimos sidra, nos abrazamos y lloré de felicidad teniendo a mi madre entre mis brazos, a mi abuela, a mi hermano, a mis tías, a mi primo. Justo después, quemamos el año viejo, representado con un muñeco relleno de cohetes. Y ahí estaba yo, contemplando la quema, con un poco de frío, feliz de estar ahí, tan cerca de mi mamá y mi hermano.
2 Comments:
orale, k onda, cual de los 2 pide limosna??? el que se està quemando o el del celular??? Estas fiestas son para disfrutarlas sin cosas tecnologicas!!!!
¿si? ¿quien dice señor o señora purista? Yo creo que son para pasarlas en familia, con la gente que uno ama... y el del celular, que es mi hermano... y yo, como bueno emigrantes que somos desde pequeños, tenemos familia en el Puerto, en Fortín de las Flores, en Mérida, Yucatán y en la Ciudad de México... Esa noche, osotros estábamos en Xalapa y mi papá en el Puerto... entonces si la tecnología nos ayuda a "no estar tan lejos" ¿por que no usarla? ¿que es más importante desearse un buen año, aunque sea por teléfono o de plano no hacerlo?
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