Estrategias para volar 3
Y aunque todas las demás estrategias para volar funcionaban, la quinta era la más eficáz de mis estrategias. No abandonar mi alimentación tradicional, mantener mi espíritu conectado con su pasado, pues ciertos platos son capaces de hacerme especialmente feliz. Por su sabor y por su aroma, pero sobre todo porque colocan mi alma en su lugar original. Entonces me puse a hacer picadas y tortillas con la Maseca que me había llevado desde Madrid. Me encantaba amasar la harina, que la fragancia del maíz llenara mis pulmones, que el ritmo de mi corazón se relaja al exhalarlo y me elevara más allá de las nubes. Toreaba chiles y jitomátes para que las salsas me quedaran bien picosas. Cocía frijoles y mezclaba los sabores a fuego lento, mientras tanto, le daba forma a la masa, preparaba las pellizcadas que tanto me gustan. Se me hacía agua la boca con el aroma de la masa cocida y volaba bien alto en mi cielo de maíz, chile y fríjol.
Luego al comer, era como si con cada bocado el tiempo se detuviera. Sentía como se me entumía la mandíbula mientras el sabor de las picadas se me escurría por toda la boca. Me elevaba muy alto. Mi alma volvía a su lugar original, Pero el vuelo terminaba cuando el último bocado desaparecía en mi boca y yo aterrizaba en mi realidad, tranquilamente, con mis pedazos de corazón reunidos en una pieza. En calma, agarrando fuerzas para el siguiente vuelo pues así son las cosas cuando uno vive lejos: para encontrarse con mucha de la gente que uno quiere hay que imaginar.
Luego al comer, era como si con cada bocado el tiempo se detuviera. Sentía como se me entumía la mandíbula mientras el sabor de las picadas se me escurría por toda la boca. Me elevaba muy alto. Mi alma volvía a su lugar original, Pero el vuelo terminaba cuando el último bocado desaparecía en mi boca y yo aterrizaba en mi realidad, tranquilamente, con mis pedazos de corazón reunidos en una pieza. En calma, agarrando fuerzas para el siguiente vuelo pues así son las cosas cuando uno vive lejos: para encontrarse con mucha de la gente que uno quiere hay que imaginar.
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