A través de las montañas
Empezaré por lo inmediato. Ayer en la noche llegué a Xalapa. El viernes me fui a Maltrata, Veracruz. Me la pasé de poquísima madre. Fui con Edgar para encontrarnos con Poncho. Nos recibieron en casa de sus suegros. Cenamos con una doña que hace fritangas, dos tacos de carne enchilada, un molote de picadillo y una gordita de frijol con crema y queso. Al día siguiente subimos unos cerros, cruzamos un puente y varios túneles. Seguimos la senda de una vía de tren abandonada en medio de las montañas. Después de mucho andar llegamos a un pueblo llamado Boca del Monte, cerca de las 3 de la tarde... y empezamos a subir a las 11 de la mañana. Todo el camino fue un buen viaje. Subimos y bajamos volando. Escuchando la música que llevábamos por dentro y la que reproducía el teléfono de Poncho.
Hace siete años que Poncho llegó a Maltrata, procedente de Xalapa. Llegó para hacer su servicio social. Hizo su tesis acerca de los vestigios arqueológicos hallados en la zona. Recorrió la comunidad y sus alrededores. Se integró a la vida en el valle y se enamoró de Ary, una linda maltrateña. Ahora está haciendo una maestría y sigue estudiando los restos materiales de las civilizaciones que poblaron el valle hace mucho tiempo.
En el camino de ascenso recordé que hacia ocho años, subimos otra montaña, el Cofre de Perote. Entonces subimos Edgar, Poncho, Junior (mi hermano) y Jecsan. Y ahora, estábamos solos los tres: Poncho, Edgar y yo... tres carnales unidos por la música, tres carnales que hacia mucho tiempo no se encontraban, tres carnales que hacia tiempo no compartían un viaje a través de las montañas.