Emigrante Veracruzano

Espacio abierto al diálogo entre las veracruzanas y veracruzanos que viven en otro Estado de la República, en otro país o en una ciudad que no es su lugar de origen dentro del mismo Estado de Veracruz. Espacio igualmente abierto para los familiares que esperan el regreso de los que emigraron y académicos estudiosos del fenónemo de la migración entre los veracruzanos.

domingo, agosto 27, 2006

Extra: nueva edición de Pata'e perro

Estando todavía en Xalapa, antes de irme a Madrid, conocí a Natalia en un Chat. Una chava argentina que vivía en Buenos Aires. La poca información que teníamos uno del otro fue suficiente para que nos cayéramos bien. A los dos nos gustaba el cine, leer, y más o menos la misma música. Pronto descubrimos que coincidiríamos en Madrid y eso nos motivó aún más a seguir conociéndonos por medio del Chat. Yo llegaría a Madrid a principios de diciembre y ella dos meses después. Yo iba para quedarme a estudiar y ella para estar ahí una semana y luego irse a hacer un viaje por Europa.

Llegó el día en que por fin nos conocimos en persona. Fue en una cafetería, era de noche. Ya nos habíamos visto en fotografías, así que no fue difícil reconocernos. Nos saludamos con un beso en la mejilla y un abrazo. Pedimos café, platicamos un rato y la buena onda que habíamos sentido chateando creció en la siguiente media hora. Platicamos de sus planes, de los míos, de nuestros viajes. Salimos del café y fuimos a casa de Silvia, una vieja amiga de su madre que, desde que en 1973 vive en Madrid. Natalia me presentó con ella y con Jorge, él, también era argentino y al igual que Silvia, había huido de su país en los setenta a causa de la dictadura. Estuvimos ahí un rato y luego nos fuimos a mi departamento.

La estancia de Natalia en Madrid se prolongó de una semana a un mes. Durante ese tiempo, entre otras cosas organizamos un viaje a Portugal. Viajamos en autobús de Madrid a Lisboa y ahí estuvimos dos días recorriendo sus calles. Luego alquilamos un coche y nos lanzamos hacia la costa sur del país. Paramos en varios pueblos, en varias playas y luego nos agarró la noche. Como viajábamos en plan austero dormimos en el coche, al lado de un acantilado. El océano atlántico nos arrullaba con su rumor, el cielo estaba claro y las estrellas brillaban con intensidad. Al día siguiente nos bañamos en una playa por la mañana y el resto de la tarde la pasamos conociendo más nuestros cuerpos, probando la compatibilidad que había entre ellos.

El texto completo en:


Camino a Dublín

El cielo se había nublado y parecía que fuera a comenzar a llover en cualquier momento. Afortunadamente no tuve que esperar mucho, a los cinco minutos, una pareja de viejos ofreció llevarme unos cuarenta kilómetros al norte, a un pueblo llamado Mitchelstown. Con ellos tampoco hablé mucho y ellos no escuchaban The Cure, ni ningún otro tipo de música. A lo largo de los cuarenta kilómetros estuve a punto de dormirme un par de veces. Estaba cansado pues la noche anterior había salido con mis amigos españoles a beber las últimas cervezas Guinness de mi verano irlandés. Pero no me dormí y me bajé a las afueras de Mitchelstown.

Esperé media hora comiéndome los chocolatitos con menta que me había regalado Frank, un estudiante de biología francés que trabajaba conmigo en Dino’s. El cielo seguía gris, amenazante pero no llovía y por fin, después de mostrarles el cartel que decía Dublín a muchos conductores, se paró un coche muy cerca de mí. Recogí mi mochila y corrí hasta el coche. Abrí la puerta trasera, dejé mis cosas y luego me subí, enfrente, junto al conductor. Era un tipo amigable, irlandés con acento fácil de entender. El iba escuchando U2, Where the streets have no name...

Hablamos casi todo el tiempo durante los más de doscientos kilómetros que hay entre Mitchelstown y Dublín. Se llamaba Roy, tenía unos treinta años y había ido al sur de Irlanda a visitar a un amigo ese fin de semana; volvía en esa tarde de domingo para trabajar el lunes por la mañana. Hablamos de México y de los Americans, de Irlanda y de los English; de nuestros países y de nuestras relaciones con los países vecinos. Hablamos de música, de los grupos irlandeses, de cine, de nuestros planes futuros, de lo que han sido nuestras vidas. Y cruzamos el sur de Irlanda en su cochecito, un Ford de principios de los noventa muy confortable.


sábado, agosto 19, 2006

Una persona a medias, [incompleta]

Mateo själv hade det bra, där han satt gömd (…) med lätt arbete och så mycket mat han kunde önska. Men släktkänslan är djupt rotad i en indian, utan sin familj och sina stamfränder är han bara en halv människa. Sven Wernström, Mexikanen

La cita proviene de una novela sueca titulada Mexikanen (El mexicano). El autor narra las peripecias de un indígena tzotzil, Mateo, que viaja por todo México huyendo de la justicia, pues lo acusan de un crimen que no cometió. Al cabo de un largo tiempo lejos de su tierra, de su familia y sus costumbres, Mateo, a pesar de haber conseguido estabilidad y prosperidad económica en su vida, decide dejarlo todo y regresar a su pueblo.

Traducida al español, la cita diría algo así como: “Mateo se encontraba bien en su escondite (...) con trabajo leve y toda la comida que deseara. Pero el sentimiento de parentesco está profundamente enraizado en un indígena; sin su familia y sin su gente el indígena es sólo una persona a medias [...incompleta].”

Esas palabras resonaron en mi corazón, pues describían cómo me sentía. Cuando leí la novela ya llevaba tres años lejos de Veracruz, de mi familia, de mis amigos; entonces ya tenía una idea clara de lo que era vivir rodeado de ausencias. Hoy, dos años después de haber leído la novela, esas palabras vuelven a resonar en cada rincón de mi ser.

He vuelto a quedarme solo. Fer y Lalo han vuelto a México. Con su ausencia, me doy cuenta del espacio enorme que llenaron durante dos meses. Vuelvo a sentir con intensidad la falta que me hace convivir con mi familia. Contemplo las huellas de su paso por mis días europeos y crecen al máximo mis ganas de volver a Veracruz, de dejar de ser ausencia para ser uno entre ellos.


martes, agosto 15, 2006

On the road

Como mis planes de viajar de Dublín a Cork pidiendo aventón se vieron frustrados cuando llegué a Irlanda; me prometí que sin excusa, el viaje de regreso lo haría sin pagar un centavo. Era el 12 de agosto de 2001 y había pasado un verano fenomenal. La noche anterior me despedí de los amigos que había hecho viviendo en el albergue Dempsey’s y también le dije hasta luego a mi nueva novia: Anna, la sueca que conocí en el White Lady. Había quedado con Anna de que llegaría a Madrid y compraría un vuelo a Estocolmo, donde ella me esperaría para luego irnos a pasar un par de semanas en Östersund, la ciudad donde creció.

Por la mañana fui al supermercado del pueblo, Super Valu, Shopping as it should be. Compré pan, jamón, queso y una botella de agua. Un poco triste, en la cocina del albergue preparé unas tortas. También con una caja de cereal hice unos carteles. Uno decía Cork y otro decía Dublín. Metí en mi mochila las tortas, firmé el libro de visitas de Dempsey’s y salí a la carretera que pasaba justo frente al albergue. Realmente me costó trabajo irme porque no quería dejar atrás el maravilloso mes y medio que viví en Kinsale, no quería dejar atrás a la gente que había conocido.

Con mi cartel que decía Cork, comencé a hacerles la parada a los coches a las dos de la tarde. Diez minutos después se paró un carro con el volante en el lado izquierdo, cosa rara en Irlanda, donde los autos suelen tener el volante en el lado derecho como en Inglaterra y Australia. Recogí mi mochila del suelo y la metí en el coche. Miré hacia la puerta de Dempsey’s, como buscando alguna razón para no irme, pero no había nadie afuera y entré en el coche. El conductor era un tipo alemán de pocas palabras. Muy rápido y en silencio manejó los treinta kilómetros que separan Kinsale de Cork. Casi no hablamos, en lugar de eso escuchamos a The Cure cantando Friday I’m in Love, y luego de un rato me dejó en el cruce de caminos para tomar la carretera N8 que lleva de Cork a Dublín.


México: Hipocresía migratoria

“En los últimos años México ha sido el mejor alumno de Estados Unidos, poniendo en práctica las estrategias anti-inmigrantes contra los centroamericanos. Esperaba, que a cambio, sus migrantes serían bien tratados por Estados Unidos, pero su estrategia no tuvo resultados”, aseguró Mauro Verzeletti, director del Centro de Atención al Migrante.

Las delegaciones regionales del INM más activas en la detección y devolución de indocumentados fueron las de Chiapas (que realizó 43 por ciento de las deportaciones), Veracruz (10 por ciento), Tabasco (8 por ciento) y el Distrito Federal (5 por ciento).

Un informe realizado por el Grupo Regional de Organizaciones Protectoras de los Derechos Humanos de los Migrantes (Credemig), divulgado en 2005 –y para el que se realizaron entrevistas con 300 repatriados centroamericanos--, reveló que el discurso mexicano de respeto a los derechos de los migrantes está muy lejos de hacerse realidad en su propio terreno. Más de 128 entrevistados se quejaron de haber sido detenidos en cárceles comunes, 132 de falta de alimentación, 117 de falta de agua, 80 de no haber recibido atención médica, 73 de haber permanecido en hacinamiento, 65 de agresiones verbales y 46 dijeron haber sufrido agresiones físicas.

Walter Arriaga, encargado de la Oficina de Derechos Humanos de la Casa del Migrante en Tecum Umán, dijo a Apro que hay un incremento en los abusos que se cometen contra migrantes en la frontera entre Guatemala y México, como consecuencia de la rigidez de las políticas migratorias que aplican los dos países.

Arriaga cuestionó que en la actual coyuntura, México mantenga un discurso de reclamo a los atropellos que se cometen en Estados Unidos contra sus migrantes “pero olvida, convenientemente, que existe una frontera sur, una frontera mexicana donde los migrantes provenientes de Centroamérica son víctimas de todo tipo de abusos. No hay voluntad política de respetar los derechos humanos de los migrantes en su territorio”.

La nota completa en:

www.proceso.com.mx/noticia.html?nid=43026&cat=0


domingo, agosto 13, 2006

Abusos policiales contra migrantes

Policías de Tierra Blanca roban y golpean a indocumentados

Veracruz, Ver., 12 de agosto. La Policía Municipal de Tierra Blanca no sólo es responsable de disparar contra un grupo de migrantes que se hospedaba en la capilla San Felipe Neri el viernes de la semana pasada, sino que sus elementos asaltan y extorsionan a los indocumentados que transitan por la zona, además de cobrar "cuotas" a los polleros que conducen a esas personas, sostuvo el ex agente Reinaldo Cabrera Temix.

El ex policía, quien durante cuatro años se desempeñó como elemento de dicha corporación, fue despedido por denunciar abusos contra migrantes, así como la colusión de sus superiores con diversos ilícitos. Sostuvo que el alcalde, Francisco Arano Montero, apoya que se cometan crímenes e injusticias, por beneficiarse del dinero ilícito que se obtiene por extorsión a migrantes y polleros.

Nota completa en:


jueves, agosto 10, 2006

Pata'e perro al día

Me atrasé en subirlo al Emigrante, pero aquí está; el último número de Pata'e perro.

El día de San Canuto

Texto acerca del día que confirmé que casi todo es relativo; especialmente: lo bueno, lo malo, lo feo, lo bonito, lo tolerable, lo intolerable.

Para leer el choro completo píquenle aquí:
www.horasextra.net/IMAGES/Pag-14.gif


Viviendo en un viejo sueño

Pero claro que no todo era trabajo, una buena parte del día la tenía libre y entonces, si coincidían mis descansos con los de Anna, quedábamos de vernos. Dejábamos el pueblo caminando a lado del río Bandon, cruzábamos el puente y luego nos perdíamos platicando en los prados verdes de Kinsale. Muchas veces nos quedamos también en su habitación, haciendo malabares en su cama individual, aprovechando que sus compañeras de departamento estaban trabajando, que estábamos solos.

Cuando yo estaba libre y Anna trabajaba, entonces me quedaba en Dempsey’s. La mayoría de los inquilinos éramos jóvenes entre 18 y 30 años, y la mayoría tenía una onda muy relajada, quizás por eso, el ambiente era similar al de una comuna hippie de película. De toda la gente que vivía ahí me identifiqué mayormente con los españoles Ana, Marcé y Miguel, pero también con Keith, el encargado, un joven antropólogo gringo que se estaba tomando un año sabático. Con Keith me juntaba a fumar, platicar y a tocar la guitarra, el apenas estaba aprendiendo y yo pude enseñarle una escala de Blues que el no conocía.

Muchos de mis compañeros franceses de Dino’s también vivían en Dempsey’s, así que en nuestro tiempo libre hacíamos bromas sobre las agrias meseras irlandesas, mientras jugábamos ping-pong o descansábamos tirados en el jardín del albergue. Muchas veces salíamos por la noche, nos tomábamos unas cervezas, escuchábamos alguna banda de folk irlandés. Yo estaba encantado trabajando, ejercitando mi inglés, divirtiéndome, conociendo gente y bebiendo cerveza Guinness, la auténtica crema de las cervezas.

Estaba muy contento con lo que estaba haciendo: rolar, conocer otras partes del mundo, comunicarme en otros idiomas. Satisfecho, recordaba los preparativos de mi viaje años atrás; cuando estando en la prepa, fui al D.F., sólo para comprarme una mochila en una tienda de alpinismo del centro. Recordaba las ganas que me daban de viajar cuando veía algún extranjero en el centro de Xalapa. Y me sentía muy feliz de finalmente haberlo hecho. Ahora yo era el extranjero, un mexicano en un pueblo del sur de Irlanda. Me sentía como viviendo en un viejo sueño.


lunes, agosto 07, 2006

Dislocado

Ya hace más de quince días que no actualizo el Emigrante Veracruzano. Y me de dicen el desaparecido... cuando entran nada he escrito... volando vengo, volando voy... con calma, con calma porque estoy vivo...

Y si, he andado bien vivo... vivito y remando... sentado en una canoa canadiense. Remando en una lancha común. De vacaciones con mi hermana y mi hermano en el norte de Suecia. Encontrándome con los amigos que hacía un año no veía.

He vuelto al centro de Umeå, al lago Nydala, a las historias de exilio político de algunos de mis amigos, a las historias de amor, rupturas y encuentros de otros de ellos. En este tiempo ya hasta alcanzó a salir publicado un nuevo número de Pata'e perro en el periódico que no se vende: Horas Extras.

Son muchas cosas las que están ocurriendo en mi cabeza, en mi corazón. Llevo mes y medio fuera de mi rutina. Mes y medio conociendo y reconociéndo a mis hermanos. Conociendo y reconociéndome a cada paso. De momento me siento desarticulado. Pensamientos van y pensamientos vienen. A veces como tormentas a veces como chipi chipi, pero hay un flujo constante. Estoy en moviviento físico, mental y espiritual.

Acá son las 2:13 de la madrugada. El aeropuerto de Estocolmo, Arlanda duerme. Casi no hay banca vacía, todas están ocupadas con gente que como yo, volará temprano por la mañana. Madrid está de camino y el siguiente destino es Lisboa, Portugal. Yo seguiré vivo, pensando, sitiendo, mutando. Seguiré dislocado y cuando el viaje termine, llegará la calma y entonces los pensamientos e ideas irán encontrando su lugar.