Emigrante Veracruzano

Espacio abierto al diálogo entre las veracruzanas y veracruzanos que viven en otro Estado de la República, en otro país o en una ciudad que no es su lugar de origen dentro del mismo Estado de Veracruz. Espacio igualmente abierto para los familiares que esperan el regreso de los que emigraron y académicos estudiosos del fenónemo de la migración entre los veracruzanos.

domingo, julio 23, 2006

Pata'e perro


El coro sin eco

A un costado de la plaza se estacionaron también tres camionetas de la policía. Desde donde yo me encontraba, a través de los cristales podía ver que estaban llenas de oficiales armados con escudos, macanas y cascos. Los policías continuaron apostados en sus sitios, hablando por sus radios y observando los movimientos de nosotros, las personas que habíamos dejado de caminar y estábamos concentrándonos en la plaza.

El rumano de todos los días continuaba vendiendo encendedores y baterías a los transeúntes. Un hombre negro y joven repartía volantes en la boca del metro. Anunciaban a un “Medium-Vidente, séptima generación de su familia”, que ofrecía curar entre otros, males de amor, trabajo, desencantamiento y desprotección. El indigente enfermo de SIDA también estaba en su sitio habitual, esperando que cayera una moneda en la alcancía junto a sus pies.

Cuando los relojes de la plaza marcaron las siete y media de la tarde, los estancados en ella, tratando de hacer una sola voz comenzamos a gritar: “Zapata vive, la lucha sigue. Zapata vive, vive, la lucha sigue y sigue”. Una mujer cuarentona con acento argentino comenzó a dirigir el coro gritando una nueva consigna: “E-Z-L-N la revolución que viene”. Nosotros, los del grupo la repetimos a coro y luego, una señora española tomó el liderazgo y rugió: “Chiapas, Chiapas no es cuartel, fuera ejército de él”. La curiosidad le ganaba a la mayoría de los transeúntes, y aunque no dejaban de caminar, volteaban a vernos rápidamente. En esos segundos leían las pancartas que habíamos preparado y escuchaban alguna de las consignas que gritábamos a coro.

La nota completa en:


Mi triple identidad


Cuando llegué a pedir trabajo, tanto a O’farrell’s, como a Dino’s nunca me preguntaron de dónde era, ni me pidieron mi pasaporte. Y a mi me pareció muy bien pues temía que no me dieran el trabajo por no ser ciudadano europeo, por ser mexicano y no tener permiso de trabajo en Irlanda. Ya luego conversando con mis jefes me di cuenta de que el señor O’farrell creía que yo era español y de que en Dino’s, como me llevaba tan bien con los franceses y hablaba con ellos en un idioma que no era inglés, mis compañeros irlandeses, creían que también yo era francés.

Si me hubieran preguntado de dónde era me hubiera costado mucho trabajo mentir, no me hubiera sentido cómodo; pero afortunadamente nunca me lo preguntaron y yo seguí disfrutando de los beneficios laborales de mi triple nacionalidad imaginaria. Limpiando los cuartos de la posada era español, haciendo hamburguesas era francés y en mi tiempo libre volvía a ser mexicano.


Entre todas las experiencias que tuve trabajando en Kinsale hubo una que me llamó poderosamente la atención; y fue el encontrarme hamburguesas casi completas en los botes de basura de la terraza de Dino’s. Como parte de mi trabajo, una vez al día tenía que cambiar las bolsas de los botes y ahí, entre vasos y bolsas de papel había con frecuencia, hamburguesas a las que les habían dado sólo un par de mordiscos, bolsas de papas fritas casi llenas. Me parecía inmoral y estúpido que la gente comprara la comida y luego la tirara. Me parecía un desperdicio injustificable habiendo tanta gente en el mundo padeciendo desnutrición.


Tres mexicanos en casa


En la foto sólo aparecemos dos; mi hermano y yo. En ese momento, mi hermana estaba cerca de nosotros, pero lejos del objetivo de la cámara. Hoy, hace ya más de un mes que llegaron a visitarme. Su primera salida de México. Para mi, ha sido un retorno a costumbres y palabras, que acá, para la mayoría, no tienen significado. He estado recuperando palabras, comiendo gansitos de marinela, recuperando costumbres, un beso de buenos días y uno de buenas noches, comiendo paletones de cajeta coronado, disfrutando la compañía de mis hermanos.

Ya no me siento tan lejos como me sentía antes de que llegaran, cuando estaba solo. Ahora me siento más cerca de lo que soy, más conectado con mi familia, con mis raíces.


sábado, julio 15, 2006

Al calor de la cocina

Las computadoras irlandesas no tienen la letra que sigue de la N. Ándenle, esa mera la N con bigote. Por eso no puedo escribir algunas palabras tal como quisiera hacerlo. Así que aunque suene raro escribo, “ya hace casi un ano”; pero bueno, al final creo que observando el contexto en el que las palabras aparecen, me entenderán. Y lo que quiero decirles es que “ya hace casi un ano que los EXTRANO”.

Sí, extrañaba a mis padres, a mis hermanos y a mis amigos; pero extrañarlos no era lo único que hacía en Irlanda. Por las mañanas trabajaba en O’farrell’s; cambiaba sábanas, aspiraba los cuartos, limpiaba los baños. El señor O´farrell estaba contento con mi trabajo y yo estaba contento siendo personal de limpieza, limpiando excusados con mi título universitario.

Varias tardes a la semana hacía hamburguesas y pechugas de pollo a la plancha en Dino’s. También alguna vez me encargaba de freír papas a la francesa o lavar platos y cacerolas. En O’farrell’s no tenía compañeros de trabajo, pues la posada era tan pequeña que una sola persona en tres horas podía limpiarla toda. Pero en Dino’s, que era un restaurante de comida rápida justo en la plaza central del pueblo, había trabajo para más de diez personas. Sólo en la cocina había siempre cuatro personas. El cocinero, su ayudante, el lavaplatos y el encargado de la parrilla. Con excepción del cocinero, su ayudante y un par de meseras, todos los demás no éramos irlandeses.

La mayoría eran franceses, pero también había de vez en cuando un checo, unos españoles, unos polacos y un mexicano. Las meseras irlandesas se desesperaban de que muchos de los trabajadores franceses de la cocina no entendieran todo lo que ellas les decían; y de pronto se portaban hoscas y descorteses. Yo empecé a llevarme muy bien con Frank y Matieu, y desempolvé las pocas palabras en francés que conocía. Ellos hicieron lo mismo con el español que habían aprendido en la escuela y muy pronto, empezamos a hablar en una mezcla de francés y español.

Aprovechando nuestro lenguaje privado, se cobraron las malas caras y los malos modos de las meseras irlandesas diciéndoles toda clase de insultos, que aunque ellas no entendían, a ellos les servía de diversión y desahogo... y a mí me hacían muy amenas las tardes.


viernes, julio 14, 2006

Frustración Intercontinental

Navegando por la red me encontré con un diálogo intercontinental en sintonía con mi frustración.

Desde París, Francia, Ollin escribe:

Hoy puro infierno. Y regreso de mis vacaciones con el amargo sabor a fraude. Ahora entiendo a aquellos que dicen, votar ¿para qué? Es la segunda vez que participo en elecciones presidenciales (gracias a mi corta edad y no a mi desilusión), no sé si será la última. Hoy este post es puro infierno, puro asco, puro vacío, puro ¿para qué? Sentir los hilos de la máquina dirigir tus brazos, sentirte inútil, un punto, un nada dentro de todo este cemento, una mosca que podemos aplastar.No estoy enojada por Obrador, porque sé que una sola persona no cambia nada, eso sería bastante inocente, estoy enojada porque es el secreto a voces, porque creen que somos tontos, porque no contamos que únicamente cuando quieren que contemos.Calderón ha pedido la oportunidad de dejarle gobernar el país, de demostrar que es capaz. Pobre Calderón ni tú te la crees, pobre Calderón títere tú también. Muéstranos tus principios, muéstranos cuan honesto eres.¡Basta!

Sicofante, desde Arizona, Estados Unidos, responde:

Tienes razón, a mí también me lleva el demonio de frustración, me siento como diría una tía mía cuando se la llevaba pifas: "me siento con el hocico amargo de rabia". Pero sabes qué, creo que Andrés Manuel nos ha dado, nos está dando una lección de ética republicana muy chida, además, con su proceder está poniendo en evidencia a una cantidad inmensa de hijos de puta, cabrones, salvajes, culeros, que tienen al país como un feudo personal. No dejemos que también nos roben la alegría, el gozo y la esperanza. ¿No te parece?P.D. Los votos del extranjero eran un puñadito apenas. Fíjate que acá, a la gente que votaba por AMLO le regresaban el voto a su casa, como diciendo, no mames, piénsale bien. Así de jodida la cosa.

Yo veo que los días pasan y todo sigue tan turbio como antes.


domingo, julio 09, 2006

¡¡¡Sálvese quien pueda!!!


No me sorprenden la transa, la falta de transparencia, la hipocresía y la doble moral. Soy mexicano y ya estoy acostumbrado. Desde mis primeros recuerdos, la mayoría de la gente que me ha rodeado se ha quejado de las transas y de las largas uñas de los políticos. Mi bisabuela decía que votaba por el PRI, porque al final siempre ganaba. Durante el mundial de México en 1986, recuerdo haber visto una pared grafiteada donde se leía: "No queremos goles, queremos frijoles". Recuerdo las movilizaciones de la coalición de izquierda en 1988. Entonces era yo muy chico para opinar, pero recuerdo las quejas de los mayores a mi alrededor. Así aprendí el significado de la palabra FRAUDE.

Hoy las elecciones presidenciales están envueltas en una nube de transa, de falta de transparencia. Me recuerdan a las elecciones presidenciales de Estados Unidos, cuando George Bush "le ganó" a Al Gore. El mismo clima: unas elecciones reñidas, despunta el candidato de la oposición y de pronto, por arte de magia, encontramos a la cabeza al candidato oficial. ¡Carajo!

Esta foto me la mandó Moy junto con otras fotos. Me la mandó sin ningún texto adjunto, pero a mi me llegó como anillo al dedo. Sintentiza lo que siento en torno a lo que sucede en estos días en México... y lo que me temo sucederá en los próximos años.


I wanna love you and treat you right

Entre los inquilinos de Dempsey’s con los que mejor me llevaba estaba Ana, la catalana. Solíamos salir juntos a tomar unas cervezas después del trabajo, pero una noche fuimos a una discoteca: The White Lady Night Club. Entramos, pedimos cerveza y nos agenciamos una mesa. La gente bailaba en la pista al ritmo de: “Hey, baby... I wanna know if you’ll be my girl” Ana y yo platicamos un rato y luego nos paramos a bailar. Había mucha gente en la pista y de pronto entre la multitud danzante me encontré de frente con una chava que capturó mi atención. Vestida de negro, tenía el cabello rojo muy largo, parecía un poco tímida, metida en su mundo. Bob Marley comenzó a cantar: “I wanna love you and treat you rigth, I wanna love you every day and every nigth”. Yo le hice segunda voz a Bob y posé mis ojos sobre la chica que bailaba con unas amigas. Ana la catalana se dio cuenta de que yo miraba a la otra chica y de que mis miradas eran correspondidas.

Como entre Ana y yo no había nada, me hizo una seña para que me acercara a bailar con la otra chica, pero decidí esperar un poco. Terminó la canción y una balada de Robbie Williams frenó el ritmo fiestero. La gente se fue a sus mesas. Ana se fue a sentar. La pista se había quedado casi vacía. Las luces iluminaban el lugar donde nos habíamos quedado parados la chica y yo. Nos separaban sólo un par de metros. Le extendí la mano, nos acercamos, tomé su mano, la abracé y comenzamos a bailar. Sus manos acariciaban mi espalda y las mías la suya. Para cuando me di cuenta, nos estábamos besando. Suavemente, despacito, así como si el tiempo estuviera corriendo en cámara lenta. Y cuando terminó la balada volvió la música fiestera. La chica tomó mi mano y nos fuimos a su mesa. Ya después de los besitos nos preguntamos nuestros nombres: Anna y Rodrigo. De Suecia y de México. Solteros y disponibles. A la mañana siguiente despertamos juntos, abrazados, compartiendo el refugio de su cama individual.


domingo, julio 02, 2006

El voto en el extranjero

Mucho papel aquí, mucho papel acá, además con meses de antelación. El proceso no es nada fácil. Al contrario, parece como si el objetivo de quienes dirigen el Instituto Federal Electoral, hubiera sido precisamente, idear la forma más complicada para que votaramos quienes no vivimos en México. Como si el objetivo, en realidad fuera, poner la mayor cantidad de trabas posibles para evitar que votaramos masivamente todos los mexicanos que vivimos en el extranjero; especialmente aquellos que viven en Estados Unidos.

¿Cuántos millones de votantes vivimos en el extranjero? Y si la mayoría de los mexicanos que vivimos en el extranjero dejamos nuestro país por la falta de oportunidades, entonces ¿por qué partido se inlcinaría la balanza en las elecciones? ¿Habría un claro favorito en las preferencias de los votantes en el extranjero? ¿Serían aquellos que han dirigido el rumbo del país en los últimos cien años generando desempleo, desesperanza y migración?


Como en una canción de Manu Chao



Ya salió la nueva entrega de Pata'e perro.

Como en una canción de Manu Chao

La nota completa en:

www.horasextra.net/IMAGES/Pag-15.gif


Vibrar con alegría


Hace dos semanas que llegaron, con sus quince y dieciocho años, llenos de curiosidad y de frescura. Con la convivencia han vuelto a vibrar con alegría mis maneras originales. Ha vuelto el acento xalapeño a mis palabras. Pasan los días y se aviva la hoguera de mis recuerdos... los días pasados en Veracruz vuelven a calentar mi cuerpo. Al mismo tiempo construyo nuevas realidades acá, en Europa, con mi hermana y con mi hermano. Intento mostrarles el camino que he recorrido, los barrios donde he vivido, lo que me ha llamado la atención de este continente. Intento que lo pasen bien y recorremos las calles estrechas de una ciudad de arquitectura medieval, el jardín de algún palacio.


Dempsey's Hostel

En Dempsey’s había varias personas llevaban hospedadas ahí más de seis meses. Otros, eran como yo, pretendían quedarse un par de meses en el verano; algunos otros sólo se quedaban una o dos noches y luego seguían su viaje hacia otros pueblos. Al registrarme y también sin que yo se lo preguntara, Keith, el encargado del albergue, me dijo que no recordaba haber recibido nunca a un mexicano, pero me hizo saber que en esos momentos entre todos sus huéspedes había tres españoles y dos brasileños.

Muy pronto conocí a los españoles, Marcé y Ana, de Cataluña y Miguel, de Madrid; y también a los brasileños. Al día siguiente que llegué me fui al centro del pueblo y me puse a recorrer las calles buscando trabajo. Las calles del centro estaban repletas de tiendas, bares y restaurantes y la temporada de vacaciones de verano a penas estaba comenzando; así es que muchos locales tenían carteles ofreciendo trabajo.

Al tercer día de haber llegado comencé a trabajar en O’Farrels’ Bed and Breakfast; una posada pequeñita en el centro del pueblo. Ahí en O´farrels trabajaba tres horas por la mañana, limpiando las habitaciones; y uno o dos días después conseguí un segundo trabajo, ese era por las tardes, así que no tuve problema en conservar el de la posada. Trabajando en O´farrels ganaba cinco libras por hora. Eso representaban quince libras seguras al día, y la noche de hospedaje en Dempsey’s sólo me costaba siete libras, así es que con el resto compraba comida y me tomaba algunas cervezas con otros inquilinos del albergue.

Tenía mis necesidades básicas cubiertas con el sueldo de la posada, así que comencé a ahorrar lo que ganaba en el trabajo por las tardes. Trabajaba en Dino’s Tradicional Hot Food, hacía hamburguesas, por eso me pagaban cuatro libras y media la hora y trabajaba jornadas de seis o siete horas, tres o cuatro veces por semana.

Para mí, el del 2001 se perfilaba para ser un verano a recordar: había llegado a Irlanda con muy poco dinero en la bolsa, había encontrado trabajo y me dejaba lo suficiente para pagar mi estancia y además ahorrar. Por no mencionar que me la estaba pasando muy bien conociendo otros mundos a través de la gente. Como dice la canción de Pixies: “Era una vida buena allá, bien rica, bien chévere”